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domingo, 8 de marzo de 2009

Palabras de Esteban Echeverria y Mariano Moreno

Actualidad de Mayo

Durante incalculables decenios los principios de Mayo, sus ideales y muchas de sus realizaciones, deberán influir aún sobre el pensamiento y el devenir de nuestra Patria.

De su divulgación, del diario contacto con el pensamiento de Mayo, del que nos nutrimos a través de sus figuras señeras, sacaremos grandes enseñanzas que, necesariamente, deberán ser el norte de nuestra actividad ciudadana.

Dijo Esteban Echeverría:

“Las glorias de la Nación y de nuestras notabilidades revolucionarias nos tocan por herencia, pues forman la espléndida corona de nuestra Patria: No seremos ingratos ni traidores.


No Pretendemos emanciparnos de las tradiciones progresivas de la revolución; somos, al contrario, sus continuadores, porque tal es la misión que nos ha cabido en herencia. Queremos ser dignos hijos de nuestros heroicos padres.

El pensamiento de Mayo es el nuestro: ambicionamos verlo realizado completamente, sea cual fuere el destino que nos aguarde. En vano la tiranía, la fuerza bruta y las preocupaciones nos harán guerra y nos opondrán obstáculos invencibles; nada será capaz de desalentarnos, la fe que nos anima es incontrastable. Dios, la Patria, el grito de nuestra conciencia y de nuestra razón nos imponen el deber de consagrar nuestras fuerzas y derramar, si fuera necesario, nuestra sangre por la santa causa de la igualdad y de la libertad democrática y por la emancipación completa de la tierra en que nacimos.

Vamos a sacrificar la vida que nos queda en beneficio de las generaciones venideras. Si triunfamos, ellas bendecirán nuestros nombres; si perecemos antes de tiempo, darán una lágrima a nuestras malogradas pero nobles intenciones y continuarán la obra que iniciamos, si escuchan, como nosotros, la voz de la Patria y obedecen la ley de la providencia.

Trabajar por la emancipación completa de nuestra Patria, será poner las manos en la grande y magnífica obra de la revolución y emular las virtudes de los que la concibieron.”

Así, con claridad y elocuencia, Esteban Echeverría, el bardo (1) romántico y el sociólogo de firme y arraigada concepción democrática, fijaba su interpretación del contenido de la Revolución de Mayo.

Y para lo futuro postulaba:

“…Pero si este pueblo es indolente y perezoso, si no trabaja para enriquecerse y civilizarse, estará siempre sometido a la dependencia de otros más civilizados y poderosos que él; y aunque libre de cuerpo, si se quiere, no lo será de espíritu, por no haber sabido hacer uso de su libertad.

Debéis, por lo mismo, estar persuadidos de que nuestra Patria no será realmente independiente, sino cuando tenga instituciones democráticas profundamente arraigadas, cuando sea ilustrada y poderosa; y emancipada moral y físicamente de los otros pueblos del mundo, pueda decir orgullosa: yo también tengo artes, ciencias, industria, riqueza y una organización social capaz de resistir a los embates de la anarquía y a los desafueros de cualquiera potencia extraña.

Nuestro punto de arranque y reunión será la Democracia. Política, filosofía, religión, arte, ciencia, industria; toda la labor inteligente y material deberá encaminarse a fundar el imperio de la democracia.

Política que tenga otra mira, no la queremos.

Filosofía que no coopere a su desarrollo, la desechamos.

Religión que no la sancione y la predique no es la nuestra.

Arte que no se anime en su espíritu y no sea la expresión de la vida del individuo y de la sociedad, será infecundo.

Ciencia que no la ilumine, inoportuna.

Industria que no tienda a emancipar las masas y elevarlas a la igualdad, sino a concentrar la riqueza en pocas manos la abominamos.

Queremos una política, una religión, una filosofía, una ciencia, un arte, una industria que concurran simultáneamente a idéntica solución".

Echeverría, el poeta exquisito, el patriota que sacrificó su existencia en la lucha contra la tiranía de Juan Manuel de Rosas, puso ante los ojos de su generación y ante los de las generaciones venideras, la necesidad de retomar el programa y el espíritu de Mayo, para salvar al país del caos y de la opresión.

Para afirmar esa posición, para que “con Mayo y con Caseros”, no resulte una frase vacua, un “slogan” repetido, imprescindiblemente debemos recurrir a la fuente directa. A los escritos, a los discursos, a las memorias, a los documentos, a los periódicos, a los libros que produjeron esos admirables patriotas que, con profundo sentido del momento y de la realidad histórica que vivían, nos dieron el pronunciamiento de Mayo, que culminó el 25 de Mayo de 1810. Sellaron así la libertad de un continente sometido al despótico poder de la metrópoli.

De su clara inteligencia, de su profunda visión social, de su afán de libertad y de justicia, son índice elocuente e indubitable los hechos y los documentos que revelan su firme posición revolucionaria y el deseo de luchar, con su pueblo, con sentido popular y por el pueblo, en la más noble acepción del concepto, por la libertad de la Patria.

Así lo atestiguan fehacientemente los votos pronunciados en el memorable cabildo abierto de 22 de Mayo de 1810. Frente al concepto del poder divino que esgrimían los españoles, los criollos, por primera vez en América, en nombre del pueblo, pedían el poder para el pueblo.

No importaba que accidentes históricos, explicables en una nación nueva como la nuestra, frustraran en parte los principios, la idea y el enérgico afán revolucionario de esos hombres.
La contrarrevolución, que trajo la anarquía y desembocó en la tiranía de Rosas, desvirtuó aquel magnífico accionar. Pero la semilla sembrada por los dignos patriotas de Mayo debía fructificar. Cayó la tiranía –por el esfuerzo de los hombres libres-, y en el año 1853 la Nación, libre y unida, se dio su constitución, asentada en los claros y democráticos principios de Mayo.

Educar al pueblo. Educar al soberano. Respetar la Constitución y las leyes, fueron conceptos que muchos gobiernos posteriores olvidaron.

De nada vale tener un estatuto constitucional libérrimo, ni leyes electorales y sociales admirables, si los encargados de ponerlos en ejecución los burlan.

Por suerte para nuestro país, el pueblo no ha olvidado el viejo espíritu libre de Mayo.

Con falsas premisas, por otra parte no cumplidas –“Justicia Social”, “Libertad Económica”-, se pretendió negar y hacer olvidar por las masas ciudadanas a nuestros auténticos libertadores, reemplazándolos por nuevos “héroes” gesticulares, incultos y falaces.

Ahora que estamos en Mayo de 1956, bien nos hará a todos los argentinos y a quienes por habitar nuestro generoso suelo se sienten tan argentinos como nosotros, reencontrarnos con nuestros mayores. De ese reencuentro saldremos con nuestro espíritu vivificado y con renovada fe y optimismo en nuestro futuro y en el de nuestros hijos. Podremos así seguir luchando por un mundo más unido, más libre y más justo.

Cuantos ejercemos una función pública, que por ser tal debe ser profesada en beneficio de la humanidad, debemos tomar ejemplo en los hombres de Mayo, en la responsabilidad con que aceptaron y desempeñaron sus cargos.

Cuenta Manuel Moreno, hermano, secretario y después biógrafo de Mariano Moreno, un hecho que merece ser repetido. Mariano, joven abogado de la Colonia, prestigioso letrado, con una numerosa clientela de españoles adinerados, jurista de consulta, especialmente en asuntos económicos, periodista de nota, dudó mucho, a pesar de su acentrada pasión revolucionaria, antes de aceptar la secretaría de la Primera Junta.

En vista de que el doctor Moreno no aparecía en el Cabildo el 25 de Mayo de 1810 para incorporarse a la Junta, donde lo esperaban los demás miembros encabezados por Saavedra y ese otro espíritu patriótico que fue Manuel Belgrano, solicitaron estos a don Manuel, que fuese en busca de su hermano.

Después de no pocas vacilaciones, Mariano Moreno aceptó el cargo, demostrando que era de los pocos que, como dice Kierkegaard, “quiere saber de la vida, como de algo que lleva en sí un sentido de cierta importancia: la responsabilidad”.

En tal circunstancia, dijo Mariano Moreno a Manuel Moreno:

“Conozco los peligros que tendrá que vencer un magistrado para gobernar los negocios en tiempos tan expuestos.

La variación presente no debe limitarse a suplantar los funcionarios públicos e imitar su corrupción e indolencia. Es necesario destruir los abusos de la Administración; desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido. Promover el remedio de los males que afligen el Estado. Excitar y dirigir el espíritu público. Educar al pueblo. Destruir sus enemigos y dar una nueva vida a las provincias.

Si el gobierno huye al trabajo, si sigue las huellas de sus predecesores, conservará alianza con la corrupción y el desorden de los altos deberes que se le han encomendado”

Estos conceptos revelan la clara mentalidad, la firme convicción patriótica del genio revolucionario de Mayo.

Mariano Moreno unió a su entereza de carácter, firmeza de principios, vasta cultura e incisivo estilo literario, una responsabilidad que ojalá posean, de ahora en adelante, todos los que gobiernen este país privilegiado.

En medio de la tremenda desesperación que caracteriza nuestra época, recurramos a esos hombres, a su ideario, y tomemos ejemplo en su rudo batallar.

Tengamos presente las palabras de Bartolomé Mitre, al inaugurar la estatua de Manuel Belgrano, en la Plaza de Mayo: “Fue grande sin pretenderlo y encontró la gloria sin buscarla, en el camino del deber”.

NOTAS:
(1) Bardo: Entre los antiguos celtas, poeta que cantaba las hazañas de los héroes y dioses y animaba con sus canciones a los guerreros.

Articulo publicado en:

Revista del Notariado, Nº 627, mayo-junio 1956, página 189.
Reencuentro con Mayo – Notas y comentarios – Por Alberto May Zubiría Editorial Revista Jurídica y de Ciencias Sociales – Edición 31 de Octubre 1958. Páginas 9 a 15.
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