La compra de voluntades no es una novedad. Sin embargo, luego de la denominada “crisis del campo”, el gobierno nacional ha logrado imponer un sólido discurso, nacional y popular, que marca la cancha entre los que cambiaron la historia, los buenos por un lado, y los traidores, vende patria, oligarcas y gorilas, por el otro. ¿Más y nuevas voces o el verso de la pluralidad?
Cuando salió mi primer libro, “Relaciones Incestuosas. Los grandes medios y las privatizaciones, de Alfonsín a Menem”, los periodistas simpatizantes del gobierno nacional, lo promocionaron gustosos. De Eduardo Anguita a “Coco” Blaustein pasando por Tiempo Argentino ¡Un libro contra Clarín y contra las privatizaciones! ¡Programa en Cooperativa!, juega para el campo popular. Pronto, se dieron cuenta que era otro cipayo más, un representante de los grandes intereses, vaya a saber cuál. ¿El de Clarín?
Hecha la ley, hecha la trampa. Mi generación —los de 30 para abajo— confían en las virtudes del discurso “progresista K”. Libertad para elegir (con quien casarte), mayores beneficios para todos (asignación universal por hijo), múltiples políticas sociales promocionadas a toda hora y en todo canal (eso sí, en donde una pelota este rodando) y el fin de los grandes monopolios comunicacionales. Hay que comerse algunos sapos, es cierto; algunos más grandes que otros. No importa que la proclamada libertad sindical se postergue año a año, siempre encontrarán una explicación racional para explicar tal incongruencia. No importa que las nuevas voces sean siempre las mismas. ¿Cómo se explica que la democratización de las transmisiones de los torneos de primera división del fútbol argentino los comande el locutor símbolo del menemismo?
¿Cuáles son los nuevos empresarios mediáticos que han surgido en estos años? ¿Quiénes son los periodistas insignia del movimiento nacional y popular? ¿Orlando Barone? ¿Sandra Russo? ¿Dos ex Clarín —ambos— y La Nación —sumemos a Barone—? ¿Convicción ideológica o conveniencia económica? ¿Lo hacen por amor al arte? ¿Cuánto factura Víctor Hugo Morales por aparecer en cada evento musical especial de la Televisión Pública? 15 mil pesos por 5 minutos de pantalla en recitales que no llegan al punto y medio de rating. ¿Cuánto cuesta los cientos de viajes en avión en los que se llevan de un lado a otro a artistas y “representantes del bien” para que una cámara de la productora “La Corte” les tome una sonrisa o un aplauso? ¿Cuánto factura esa productora? ¿Cuánto Diego Gvirtz? ¿Cuántos canales de Televisión Digital están negociando el citado Gvirtz, Daniel Hadad y algún otro empresario del proyecto?
Mientras tanto, los funcionarios del gobierno afianzan la matriz cultural, no solo impulsando “nuevas voces y nuevos planes” sino sus propias carreras personales. Un secretario de cultura, Jorge Coscia, a pesar de asistir a varios actos por día y ocuparse de sus menesteres en la función pública, tiene tiempo para lanzar un documental sobre Juan Domingo Perón y promocionarlo largas horas en los programas periodísticos cercanos al gobierno que lo invitan una y otra vez para que diga las mismas cosas. ¿Cómo decirle que no? ¿Cómo no invitarlo? ¿Para cuándo el proyecto cinematográfico de Gabriel Mariotto? A otro funcionario, la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, lo encuentra en Arabia Saudita promocionando su último film. ¿Cuántas horas conforman los días para estos hombres de la cultura nacional y popular? ¿En cuántas revistas, programas, diarios puede escribir y aparecer, a la vez, el historiador del kirchnerismo, Felipe Pigna?
Bajan línea. En los entretiempos del fútbol podemos hartarnos de escuchar una cumbia al son de cuatro forros (sic) a enterarnos, es una forma de decir, pues desde que River era puntero hasta la fecha 15º, de que se han inaugurado ocho nuevas escuelas en el conurbano bonaerense y un flamante hospital en alguna intendencia amiga. Además, el fútbol –lo popular- debe acercarle “la cultura” a las masas (más allá de que los partidos cada vez midan menos y promedien tan solo 6 puntos de rating; es más el superclásico no pudo superar a Tinelli). Para ello, en los entretiempos nos enteramos de dónde surge el nuevo feriado por “el día de la soberanía” y que tal domingo se festejó un nuevo cumpleaños de la popular actriz Florencia Peña. Pan y circo. Nacional y Popular.
Las preguntas que subyacen en los comentarios antes expuestos son las que nos deberíamos hacer pero sin dobles y falsos discursos: ¿Cuáles son, realmente, las nuevas voces comunicacionales? ¿Qué es lo que dicen las nuevas voces? ¿Conformaremos nuevos discursos y nuevas visiones del mundo alternativas o compraremos la visión del mundo y de la historia que se ha decidido imponer a la gran mayoría que conforman esta Nación? ¿Qué periodismo buscamos? ¿El que investiga y denuncia a las causas y consecuencias de la corrupción y los ilícitos de un gobierno y de los intereses empresarios a pesar de las presiones de la pauta oficial y de sponsors privados? ¿O nos conformaremos con un periodismo militante, propagandístico que compra el discurso oficial y no se anima a cuestionarlo por convicción ideológica y/o conveniencia económica?
¿Cuáles son los premios y castigos dentro de la función pública, ya sea en la carrera administrativa de las distintas áreas, departamentos, secretarias y ministerios que conforman al Estado y hasta las fuerzas de seguridad? Y fundamentalmente ¿Qué Estado queremos? ¿Uno chiquito, solo para los amigos en donde sigamos confundiendo Estado con gobierno o uno pluralista con mayúscula en donde los méritos para ascender no se basen en la sumisión y en la coincidencia por conveniencia económica y social sino por el trabajo, la ética y la moral con los valores que se dicen defender?
Ascenso social y progreso para los amigos. Una oligarquía política que impone su visión del mundo dividiendo la historia, el presente y el futuro entre buenos y malos, aptos y traidores. ¿Quién se anima a escupirle el estofado desde el propio sistema corrupto y falaz de ideas? Señoras y señores, me dijo un colega el otro día mientras presentaba el libro en la Biblioteca Nacional y expresaba alguna de estas ideas: Bienvenido al club de los marginales.
Para más información recomiendo la siguiente entrevista al flamante titular del COMFER: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1326709, un comisario de los medios que ha reinstalado a pseudo periodistas en la agencia de noticias estatal.
Luis Gasulla
Cuando salió mi primer libro, “Relaciones Incestuosas. Los grandes medios y las privatizaciones, de Alfonsín a Menem”, los periodistas simpatizantes del gobierno nacional, lo promocionaron gustosos. De Eduardo Anguita a “Coco” Blaustein pasando por Tiempo Argentino ¡Un libro contra Clarín y contra las privatizaciones! ¡Programa en Cooperativa!, juega para el campo popular. Pronto, se dieron cuenta que era otro cipayo más, un representante de los grandes intereses, vaya a saber cuál. ¿El de Clarín?
Hecha la ley, hecha la trampa. Mi generación —los de 30 para abajo— confían en las virtudes del discurso “progresista K”. Libertad para elegir (con quien casarte), mayores beneficios para todos (asignación universal por hijo), múltiples políticas sociales promocionadas a toda hora y en todo canal (eso sí, en donde una pelota este rodando) y el fin de los grandes monopolios comunicacionales. Hay que comerse algunos sapos, es cierto; algunos más grandes que otros. No importa que la proclamada libertad sindical se postergue año a año, siempre encontrarán una explicación racional para explicar tal incongruencia. No importa que las nuevas voces sean siempre las mismas. ¿Cómo se explica que la democratización de las transmisiones de los torneos de primera división del fútbol argentino los comande el locutor símbolo del menemismo?
¿Cuáles son los nuevos empresarios mediáticos que han surgido en estos años? ¿Quiénes son los periodistas insignia del movimiento nacional y popular? ¿Orlando Barone? ¿Sandra Russo? ¿Dos ex Clarín —ambos— y La Nación —sumemos a Barone—? ¿Convicción ideológica o conveniencia económica? ¿Lo hacen por amor al arte? ¿Cuánto factura Víctor Hugo Morales por aparecer en cada evento musical especial de la Televisión Pública? 15 mil pesos por 5 minutos de pantalla en recitales que no llegan al punto y medio de rating. ¿Cuánto cuesta los cientos de viajes en avión en los que se llevan de un lado a otro a artistas y “representantes del bien” para que una cámara de la productora “La Corte” les tome una sonrisa o un aplauso? ¿Cuánto factura esa productora? ¿Cuánto Diego Gvirtz? ¿Cuántos canales de Televisión Digital están negociando el citado Gvirtz, Daniel Hadad y algún otro empresario del proyecto?
Mientras tanto, los funcionarios del gobierno afianzan la matriz cultural, no solo impulsando “nuevas voces y nuevos planes” sino sus propias carreras personales. Un secretario de cultura, Jorge Coscia, a pesar de asistir a varios actos por día y ocuparse de sus menesteres en la función pública, tiene tiempo para lanzar un documental sobre Juan Domingo Perón y promocionarlo largas horas en los programas periodísticos cercanos al gobierno que lo invitan una y otra vez para que diga las mismas cosas. ¿Cómo decirle que no? ¿Cómo no invitarlo? ¿Para cuándo el proyecto cinematográfico de Gabriel Mariotto? A otro funcionario, la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, lo encuentra en Arabia Saudita promocionando su último film. ¿Cuántas horas conforman los días para estos hombres de la cultura nacional y popular? ¿En cuántas revistas, programas, diarios puede escribir y aparecer, a la vez, el historiador del kirchnerismo, Felipe Pigna?
Bajan línea. En los entretiempos del fútbol podemos hartarnos de escuchar una cumbia al son de cuatro forros (sic) a enterarnos, es una forma de decir, pues desde que River era puntero hasta la fecha 15º, de que se han inaugurado ocho nuevas escuelas en el conurbano bonaerense y un flamante hospital en alguna intendencia amiga. Además, el fútbol –lo popular- debe acercarle “la cultura” a las masas (más allá de que los partidos cada vez midan menos y promedien tan solo 6 puntos de rating; es más el superclásico no pudo superar a Tinelli). Para ello, en los entretiempos nos enteramos de dónde surge el nuevo feriado por “el día de la soberanía” y que tal domingo se festejó un nuevo cumpleaños de la popular actriz Florencia Peña. Pan y circo. Nacional y Popular.
Las preguntas que subyacen en los comentarios antes expuestos son las que nos deberíamos hacer pero sin dobles y falsos discursos: ¿Cuáles son, realmente, las nuevas voces comunicacionales? ¿Qué es lo que dicen las nuevas voces? ¿Conformaremos nuevos discursos y nuevas visiones del mundo alternativas o compraremos la visión del mundo y de la historia que se ha decidido imponer a la gran mayoría que conforman esta Nación? ¿Qué periodismo buscamos? ¿El que investiga y denuncia a las causas y consecuencias de la corrupción y los ilícitos de un gobierno y de los intereses empresarios a pesar de las presiones de la pauta oficial y de sponsors privados? ¿O nos conformaremos con un periodismo militante, propagandístico que compra el discurso oficial y no se anima a cuestionarlo por convicción ideológica y/o conveniencia económica?
¿Cuáles son los premios y castigos dentro de la función pública, ya sea en la carrera administrativa de las distintas áreas, departamentos, secretarias y ministerios que conforman al Estado y hasta las fuerzas de seguridad? Y fundamentalmente ¿Qué Estado queremos? ¿Uno chiquito, solo para los amigos en donde sigamos confundiendo Estado con gobierno o uno pluralista con mayúscula en donde los méritos para ascender no se basen en la sumisión y en la coincidencia por conveniencia económica y social sino por el trabajo, la ética y la moral con los valores que se dicen defender?
Ascenso social y progreso para los amigos. Una oligarquía política que impone su visión del mundo dividiendo la historia, el presente y el futuro entre buenos y malos, aptos y traidores. ¿Quién se anima a escupirle el estofado desde el propio sistema corrupto y falaz de ideas? Señoras y señores, me dijo un colega el otro día mientras presentaba el libro en la Biblioteca Nacional y expresaba alguna de estas ideas: Bienvenido al club de los marginales.
Para más información recomiendo la siguiente entrevista al flamante titular del COMFER: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1326709, un comisario de los medios que ha reinstalado a pseudo periodistas en la agencia de noticias estatal.
Luis Gasulla
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